
Estas trufas tienen un inconveniente: son frágiles y enseguida cogen un aspecto un poco húmedo, como si estuvieran manoseadas, por lo que no son una buena idea como regalo. Son unas viajeras pésimas. Eso sí, están muy ricas y tienen un aspecto lo bastante bueno como para servírselas a las visitas.
Taza y media de dátiles, deshuesados y remojados en agua caliente.
2 tazas de anacardos crudos, que podían sustituirse con otro fruto seco. Yo usé una combinación de anacardos, coquitos y almendras.
1/4 taza de leche.
cacao en polvo (opcional).
Escurrir los dátiles. Triturar los frutos secos hasta reducirlos a harina, y reservar 1/2 taza. Añadir los dátiles a la máquina y triturar hasta que esté bien mezclado; añadir la cantidad justa de leche para que sea un poco pegajoso y compacte. Es fácil pasarse con la leche, así que añádela a cucharadas y forma una bolita para comprobar la textura.
Forma bolitas y pásalas por la "harina" de anacardo, por coco rallado o por cacao en polvo. Se conservan bien varias semanas en el frigorífico. Al tamaño que las hice (como puedes ver, del diámetro de una moneda de euro) salen unas 40.